exposición
Paisajes (des)compuestos
emilia sandoval
El trabajo de Emilia Sandoval agrupado en paisajes de(compuestos) es muy adecuado para hablar del tiempo actual: del proceso, las traducciones, las transformaciones y las derivaciones. Podríamos acercarnos a él, también como un sentido de construcción de imagen, reciclaje de material ó deconstrucción, más ello implicaría en espacio-tiempo referente a una década atrás. Y no quiero enfatizar que sea una obligación del arte actual, estar en sintonía con corrientes filosóficas, lo que quiero comentar es que el artista emergente al explorar, investigar y encontrar su modo de resonar la realidad, dice muy bien el intentar hacerlo con sintonía y apertura total a la sustantividad que le circunda.
Tomó fotografías de paisajes de la naturaleza, los imprimió y observó por largo rato. Luego los escaneo y empezó a explorar los comandos del programa, encontró el de “patch work”. Al tiempo comprometida con la observación de su entorno y el reciclaje, recuperó en fotografía todos los plásticos que veía en el andador turístico de Oaxaca. Cruzo ideas, integró procesos y tradujo los paisajes sobre las mallas para manualidades, bordándolos con plásticos. Los observó detenidamente y los volvió a escanear, quería maximizar su escala. Y el hallazgo se cristalizó
¿Entonces qué sucede con las traducciones de Emilia, que nos significan? La estética conceptual enfatiza el goce de la idea sobre el impacto sensorial. La estética de lo agradable enfatiza el impacto sensitivo al goce intelectual. En el caso de los paisajes (des) compuestos, hay una combinación de ambas. Al iniciar con una fotografía, hay una captura de la realidad, la materia se hace imagen transportable, hay un aplanamiento. Al escanear la foto, al hacer la traducción al medio digital, la imagen se hace aún más compacta, la materia de desigualdad se comprime. Al trabaja en realidad digital para traducirla de nuevo a sustancia, para descompactarla ya con otra carga de significado, es reiniciar el ciclo de inmaterialidad a materialidad. Y al hacerlo con una técnica de “manualidad” le recoge a su sentido primario, la factura de la mano, así como su sentido doméstico. Más ya no es un bordado con fibras “naturales del siglo XIX” sino con las nuevas unidades (polímero) de la producción masiva, el plástico. Y al avanzar en la siguiente traducción a la segunda digitalización, la materia del polímero se aplana para dar lugar a la confirmación por una tercera estética modulada entre la materia, los materiales, la bi tri dimensión, la inmaterialidad y el equidistante deseo entre la igualdad, el poder, el dominio y la realidad.
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